Hace tiempo que España le dijo ‘no’ al NutriScore. Ahora, una nueva polémica en torno al etiquetado nutricional de alimentos desarrollado en Francia, demuestra que fue la decisión correcta. Si en un primer momento la adopción de este sistema pareció sensata, pronto las autoridades y la comunidad científica comenzaron a advertir que el modelo no era adecuado para abordar cuestiones relacionadas con la alimentación de los consumidores españoles. Luis Planas fue uno de los primeros en dejarlo en claro al afirmar que “nada que dañe la dieta mediterránea y sus productos puede ser aprobado por el Gobierno de España”.
Con esas palabras, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación puso fin a las especulaciones sobre si el NutriScore sería adoptado de manera oficial en España. A pesar de que desde Francia, los promotores del sistema suelen incluir a España entre los países que han adoptado el sistema, lo cierto es que el semáforo nutricional no logró convencer a las autoridades españolas.
Principalmente debido a la mala clasificación que atribuye a los productos estrella de la industria agroalimentaria española como el aceite de oliva, el jamón ibérico y los quesos. No sería lógico que España destine recursos públicos a la implantación de un etiquetado que en lugar de contribuir a la mejor de la alimentación de los consumidores españoles, penalice el consumo de alimentos tradicionales que se inscriben dentro del régimen alimentario mediterráneo.
A esta misma conclusión llegó la Comisión de Sanidad y Consumo del Senado que a finales de 2021, respaldó la moción propuesta de manera transaccionada por el PP y el PSOE a través de la cual solicitaban que el Gobierno a detener la implantación del NutriScore y a que no adopte, ni regule, ningún modelo de etiquetado obligatorio a nivel nacional hasta que la Comisión Europea adopte un sistema armonizado en la UE. A su vez, los senadores pidieron al Gobierno que impulse un etiquetado europeo que ponga en valor los productos de la dieta mediterránea.
Desde entonces, la adopción del NutriScore en España quedó en el olvido. De hecho, este sistema hace tiempo que ya no forma parte de la agenda del Gobierno, ni tampoco ha formado parte de las cuestiones que se han abordado en el marco de la Presidencia española del Consejo de la UE. Es más, el etiquetado fue durante un tiempo, una cuestión a evitar ya que era considerado como uno de los polémicos y frustrados proyectos impulsados por el anterior ministro de Consumo, Alberto Garzón.
Sin embargo, cada tanto vuelve a surgir el asunto, sobre todo en las redes sociales donde expertos comentan sobre las novedades. En este caso, ha sido el Doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos y divulgador, Miguel Ángel Lurueña, quien ha opinado sobre una de las polémicas recientes con respecto al Nutri-Score.
Se trata de la noticia reportada por medios de comunicación franceses que indican que el algoritmo del Nutri-Score cambiará a partir del 2024. Lo que ha dejado aún más al descubierto las limitaciones latentes que vienen siendo expuestas por la comunidad científica.
“En enero comienza a aplicarse el Nutricore con nuevos criterios, más duros para productos con azúcar, edulcorantes o sal”, ha comentado en su perfil en una conocida red social Miguel Ángel Lurueña. Junto al texto, figuran algunas comparaciones de las clasificaciones actuales de ciertos productos, en comparación con las clasificaciones que obtendrán a partir del año próximo. Basta con mirar las etiquetas para comprender los problemas.
Desde el año 2021, los cereales de desayuno para niños Chocapic de Nestlé llevan la etiqueta NutriScore A. Es decir, la clasificación más alta que deja entrever que se trata de un producto “saludable”. A partir de 2024, este mismo producto, con la misma formulación y los mismos ingredientes y bajo el mismo sistema con algoritmo “actualizado” llevará la etiqueta C. Es decir que desde 2021, el mismo producto lleva una etiqueta que no es la adecuada. Lo que demuestra que las críticas hacia el NutriScore fueron fundadas y que, por otro lado, la etiqueta benefició a ciertos productos por sobre otros, haciéndoles creer a los consumidores que algunos alimentos eran más saludables de lo que realmente son. Además, esto vuelve a sacar a la luz la polémica en torno a la utilización por parte de la industria para poder vender sus propios alimentos como más saludables aunque no lo sean. Se trata de una revelación por parte de expertos que advirtieron cómo la industria utiliza el NutriScore para mejorar la imagen de sus productos.
Como bien explicó Alba Santaliestra, doctora en Nutrición por la Universidad de Zaragoza y miembro de honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética, los cereales representan un caso fácil de visualizar. “Pueden pasar de una C a una B reduciendo azúcares o incorporando algún tipo de fruta o fibra. Comparados con otros cereales, serían los mejor puntuados, aunque sigan sin ser la opción más saludable para desayunar”, resumió Santaliestra.
Debido a estas clasificaciones sesgadas del NutriScore, expertos concluyen que el sistema puede inducir confusión en el consumidor. Es por ello que Rumanía e Italia decidieron prohibir la utilización de este logotipo.
A pesar de las actualizaciones constantes y las promesas de mejoras, el algoritmo sigue fallando y demostrando que no estuvo, está, ni estará a la altura de las necesidades actuales de los consumidores españoles. Lo que es aún peor, la última actualización del algoritmo le da la razón a quienes aseguraban que el etiquetado NutriScore no cuenta con suficiente evidencia científica que respalde su implantación.