Ignorancia deliberada: ¿Por qué el 40% de las personas prefieren no informarse?

Todos poseemos ese rincón en nuestra vida donde optamos por cerrar los ojos y asumimos que todo marcha sobre ruedas. Es nuestra justificación subconsciente para actuar de manera autocentrada.

¿Conoces a alguien que está convencido de que las vacunas provocan autismo y sin embargo se resiste a examinar el extenso cuerpo de investigación que respalda su seguridad? ¿Y qué hay de ese amigo que evita enterarse sobre los pormenores de la ganadería intensiva para poder disfrutar de carne económica sin remordimientos? ¿O tal vez ese director ejecutivo que proclama tener una empresa con conciencia ética, pero omite verificar la cadena de suministro en cuanto a explotación ambiental o laboral?





Cada uno de estos es un reflejo de lo que en psicología se denomina ignorancia deliberada: la práctica de esquivar de forma consciente información que podría señalar las repercusiones adversas de nuestros actos. Sin ánimo de juzgar: todos tenemos ese punto ciego en el que preferimos no indagar demasiado, actuando como si todo estuviera perfecto. Puede ser en el ámbito personal, político o laboral, pero en algún nivel subyacente, somos conscientes de que nuestras acciones no se corresponden con los valores que proclamamos.

Según Linh Vu, aspirante a doctorado en la Universidad de Ámsterdam:

Los casos de ignorancia intencional son moneda corriente en la vida diaria. Nos propusimos entender cuán extendida y perjudicial es esta ignorancia, y las razones por las que las personas optan por ella.

Para desentrañar esto, Vu junto a un equipo de investigadores emprendieron el primer metaanálisis sobre las pruebas empíricas existentes de la ignorancia deliberada, cuyos resultados fueron difundidos en el Psychological Bulletin, una revista de revisión por pares de la American Psychological Association. Analizaron los hallazgos de 22 investigaciones que incluyeron a más de 6,000 sujetos. Estas son sus conclusiones.

La Maniobra Moral

Un experimento paradigmático para investigar la ignorancia deliberada es la llamada tarea de maniobra moral . Creada por Jason Dana, profesor asociado en las áreas de marketing y gestión en Yale, se asigna a los participantes roles al azar como tomadores de decisiones o receptores. Los que deciden pueden elegir entre recibir $5 o $6. Si escogen los $5, el receptor también obtiene $5. Si optan por los $6, el receptor solo se lleva $1.

Cuando se les informa detalladamente, la mayoría de los tomadores de decisiones prefieren ser altruistas. Optan por un beneficio menor para asegurar que el receptor obtenga más. En promedio, solamente cerca del 25% elige actuar egoístamente. No obstante, esta condición de transparencia total solo sirve de control. La verdadera prueba inicia cuando los investigadores deciden no revelar toda la información.

En el marco experimental, los encargados de decidir seguían teniendo la elección entre aceptar $5 o $6, sin embargo, no se les revelaba la cantidad que recibiría la otra parte. Existía un 50% de posibilidades de que el receptor obtuviera $5 o $1. Notablemente, los encargados de la decisión podían indagar sobre la cantidad que recibiría el receptor sin ningún perjuicio propio. Así, aunque inicialmente desconocían las repercusiones de su elección, tenían la opción de informarse sin ningún coste.

En el estudio pionero de Dana realizado en 2007 , un 44% de los participantes en esta situación experimental optaron por mantenerse en ignorancia deliberada y seleccionaron la opción más egoísta.

Dentro de los estudios del metanálisis, se incluyeron variaciones de este diseño. Una versión implicaba una negociación de tipo ultimátum donde el receptor podía aceptar o rechazar la oferta del decisor. Si la rechazaban, ambos se quedaban sin nada. En otro escenario, los miembros de un grupo decidían sobre los pagos a recibir por el colectivo y por un receptor anónimo.

Sin embargo, independientemente de las variaciones, los resultados mantenían una consistencia con los hallazgos de Dana. En promedio, el 40% de los individuos optaba por no informarse sobre las consecuencias de sus actos, y dicha ignorancia se vinculaba con un altruismo menor en comparación con los que sí buscaban esa información.

La ignorancia como excusa

Los investigadores propusieron dos motivaciones principales detrás de la ignorancia deliberada. La primera era que podía funcionar como una excusa preconcebida para actuar sin generosidad. Si uno ignora las consecuencias de sus actos, podría seguir considerándose moralmente íntegro incluso al tomar una decisión egoísta. La ignorancia deliberada, en este caso, actuaría como un escudo para la autoimagen.

La segunda motivación posible era la denominada “desatención cognitiva”, es decir, la aversión a pensar más de lo estrictamente necesario. Esto podía ser resultado de la pereza, la distracción o la renuencia a invertir tiempo en obtener más información. De cualquier modo, estos individuos preferían la opción rápida y fácil, incluso si hubieran escogido actuar altruistamente de haber estado informados desde el principio.

Para poner a prueba estas teorías, los investigadores compararon las decisiones de aquellos que optaron por informarse con las de aquellos que conocieron las consecuencias automáticamente. Concluyeron que si la desatención cognitiva fuera el motivo, el porcentaje de comportamientos altruistas sería similar en ambos grupos.

En cambio, quienes decidieron informarse mostraron una mayor inclinación hacia la elección altruista, con un incremento del 7% en comparación con quienes no buscaron conocer las repercusiones.

Estos descubrimientos resultan sumamente intrigantes, ya que apuntan a que muchos actos altruistas que presenciamos están motivados por la expectativa de comportarse de manera que los demás anticipan, explicó Shaul Shalvi, coautor del estudio y catedrático de ética aplicada en la Universidad de Ámsterdam, en un comunicado .

Shalvi también señaló:

Una parte de por qué la gente se comporta altruistamente se relaciona con las presiones sociales y el anhelo de mantener una buena autoimagen. Actuar justamente suele requerir sacrificios, implicando la renuncia de tiempo, dinero y esfuerzo personal. La ignorancia, por otro lado, brinda una escapatoria cómoda.

No obstante, el análisis no pudo descartar completamente la falta de atención cognitiva como motivo subyacente. Es plausible que la elección de ignorancia deliberada emane de una combinación de factores, incluidos algunos que no se consideraron en el metanálisis, como el impacto en la reputación. Los datos simplemente indican que la preservación de una autoimagen favorable es uno de esos factores.

Una nueva perspectiva sobre la ignorancia deliberada

Hay que mencionar ciertas limitaciones del metanálisis. Principalmente, que la inmensa mayoría de los sujetos de estudio eran de Europa y Norteamérica, lo que sugiere que los hallazgos podrían no ser aplicables en otras culturas. Además, los estudios se enfocaron en la ignorancia deliberada en entornos de laboratorio en lugar de en decisiones tomadas en situaciones cotidianas reales. Por último, se limitaron a tareas de una sola ocasión, dejando abierta la cuestión de si interacciones continuas entre el tomador de decisiones y el receptor alterarían los resultados, como suele ocurrir en diversas situaciones de juegos de estrategia.

Sin embargo, los autores concluyen que de manera general, los datos acumulados apuntan a que la ignorancia es, en cierta medida, ‘deliberada’ y se ve influenciada por el deseo de excusarse y preservar la imagen propia. Con esta investigación, todos avanzamos un poco en ser menos ignorantes sobre la ignorancia.

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