Lo que se sabe y lo que hace falta explorar sobre la soledad

La soledad es un tema de gran relevancia tanto social como sanitaria. No se debe trivializar. Frecuentemente está asociada a problemas de salud mental . En años recientes, la conciencia y el interés por la soledad y el aislamiento social han aumentado, especialmente a raíz de la pandemia de COVID-19, que evidenció un problema preexistente. No obstante, esto aún no es suficiente.





Quedan muchas preguntas sin respuesta que requieren evidencia científica para ser abordadas: ¿cómo viven las personas que sienten soledad?, ¿cuáles son sus necesidades?, ¿qué podría mejorar su bienestar?, ¿cómo podemos ayudarles a conectar con otras personas y consigo mismos?, ¿cómo aceptar la soledad de manera constructiva?

Vivimos, como lo señala el pensador Zygmunt Bauman , en sociedades líquidas, muy cambiantes, con relaciones poco duraderas y muy individualizadas. Además, la digitalización ha aumentado. Aunque estamos más conectados que nunca, esta conexión es en gran parte ilusoria. Nos comunicamos mucho a través de WhatsApp y otras plataformas, pero pasamos poco tiempo en contacto físico con los demás.

La soledad y el aislamiento social no son sinónimos

La soledad es una experiencia subjetiva, mientras que el aislamiento social es una realidad objetiva. La soledad es una sensación personal relacionada con la falta de conexión con los demás y el deseo de tener relaciones más satisfactorias. Definirla no es sencillo.

Algunos testimonios recogidos en un estudio realizado en Cantabria describen la soledad de maneras variadas, como tristeza, pena, dolor, fracaso, vacío, miedo, abandono, ansiedad, depresión, vergüenza y rumiación. En general, las personas no describen la soledad como algo positivo (como solitud, paz, tranquilidad o encuentro con uno mismo).

Podemos identificar varios aspectos que deben considerarse en una definición de la soledad como una experiencia negativa. Se entiende como una situación no elegida (no deseada) y no controlable. Está relacionada con una red social insuficiente para brindar el apoyo necesario, generando sentimientos desagradables en quienes la sufren.

Por otro lado, el aislamiento social es una condición objetiva que se refiere a tener pocas relaciones sociales y un contacto social escaso o inexistente.

Es importante no confundir sentirse solo con estar solo o vivir solo. Algunas personas pueden experimentar soledad incluso estando acompañadas, mientras que otras pueden no sentir soledad viviendo solas.

Tanto el aislamiento social como la soledad pueden tener efectos negativos en la salud mental , incrementando el riesgo de ansiedad, depresión y deterioro cognitivo, así como en la salud física (como problemas cardiovasculares, por ejemplo).

¿Qué factores de riesgo pueden llevar a sentirnos solos?

Aunque la soledad puede afectar a cualquier persona, hay ciertos grupos que presentan un mayor riesgo. Entre ellos se encuentran los adultos mayores, las personas migrantes, aquellos con discapacidad o problemas de salud mental, quienes viven en la calle, los jóvenes en situación de precariedad económica, y las personas pertenecientes a colectivos LGTB, entre otros.

Diversos estudios han identificado factores que incrementan el riesgo de experimentar soledad, que a menudo se presentan simultáneamente. Uno de estos factores es vivir solo, pero también influyen elementos socioestructurales como barreras arquitectónicas, la falta de transporte y recursos adecuados, la discriminación, y aspectos sociales y culturales.

¿Qué estrategias hay frente a la soledad?

En años recientes, se han desarrollado estrategias, planes y programas en diversas partes del mundo para combatir la soledad. Algunos de estos esfuerzos están enfocados en fomentar la conexión social y el sentido de comunidad. Otros se concentran en prevenir que las personas se sientan solas o aisladas, como el programa End loneliness en el Reino Unido, la estrategia contra la soledad no deseada en Madrid y Barcelona, el programa Cerca de ti en Castilla y León, el programa Te acompaña de Cruz Roja, y el programa Siempre acompañados de la Fundación la Caixa, entre otros. Sin embargo, todavía no contamos con evaluaciones exhaustivas sobre la efectividad de estas políticas.

Dado que la soledad tiene múltiples causas y es un fenómeno complejo y multifacético, es necesario abordarla desde diferentes frentes. Por lo tanto, debemos considerar diversas formas de intervención, incluyendo acciones individuales, sociales y comunitarias.

Comprender las razones detrás de la soledad y lo que perpetúa esta situación es fundamental para desarrollar intervenciones efectivas que prevengan y mitiguen sus efectos. También es esencial prestar atención a otros grupos además de los mayores.

Como seres sociales, necesitamos vínculos y compañía, y el apoyo social es un factor protector clave que ayuda a enfrentar las diversas situaciones que surgen a lo largo de la vida. Es crucial esforzarnos por construir comunidades inclusivas que cuiden de todas las personas, sin importar su edad.

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