Un problema latente ha ido cobrando fuerza en Cataluña a lo largo de las últimas décadas, y las proyecciones no son alentadoras. Entre 2002 y 2024, se ha registrado un crecimiento significativo en la población de garrapatas, en particular de la especie Hyalomma lusitanicum, con una mayor incidencia en entornos urbanos de Barcelona y Tarragona, afectando a numerosas localidades.
Este fenómeno ha despertado inquietud entre las autoridades sanitarias, ya que las plagas de estos parásitos pueden derivar en enfermedades graves, como la enfermedad de Lyme o el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
Para hacer frente a esta amenaza, se han reforzado las campañas informativas sobre los peligros de las garrapatas y las acciones a seguir en caso de sufrir una picadura. No obstante, los especialistas advierten que será necesario que las administraciones implementen protocolos más específicos para contener esta creciente problemática.
¿Cuál es la causa de su expansión?
Según un informe de la Institució Catalana d’Història Natural (ICHN), hace algunos años la presencia de esta garrapata era poco habitual en la región, pero su propagación se ha acelerado debido a la abundancia de especies silvestres que actúan como hospedadores, tales como el jabalí o el conejo.
Hyalomma lusitanicum se distingue de otras especies de su familia por su comportamiento activo: en lugar de esperar inmóvil, localiza a sus posibles hospedadores y los persigue si es necesario para adherirse a su piel y alimentarse de su sangre.
Además, el aumento de las temperaturas debido al cambio climático ha favorecido su proliferación. Los inviernos más templados han permitido que esta especie colonice nuevas zonas donde antes su presencia era poco común. Las garrapatas suelen mostrar una mayor actividad en estaciones cálidas, especialmente en verano.
¿Qué hacer si nos pica una garrapata?
Más allá de las molestias que pueda generar, la picadura de una garrapata puede suponer un riesgo para la salud, ya que estos parásitos pueden transmitir enfermedades mientras se alimentan de la sangre de su huésped. Por ello, es fundamental identificar las picaduras a tiempo y actuar con rapidez. Si aparecen síntomas como fiebre, enrojecimiento en la piel, sarpullidos, cefalea, palpitaciones o dificultad para respirar, es recomendable acudir a un centro médico.
Si una garrapata queda adherida al cuerpo, se debe extraer con sumo cuidado. Para ello, hay que usar unas pinzas finas, sujetando al parásito lo más cerca posible de la piel y tirando suavemente en línea recta, sin girar ni aplastar, para evitar que queden restos en la piel. Luego, se debe desinfectar la zona con agua y jabón, alcohol o yodo. Si es posible, tomar una fotografía del insecto facilitará a los profesionales sanitarios su identificación.
Para reducir el riesgo de picaduras, se recomienda seguir ciertas precauciones, como aplicar repelente de insectos al pasear por áreas boscosas, usar ropa de manga larga y pantalones largos, y revisar el cuerpo y el de las mascotas tras haber estado en zonas con vegetación densa.