Ciudades hay muchas con reminiscencias literarias, pero pocas cuentan con un Barrio de las Letras como el de Madrid. Este barrio es un auténtico tesoro exquisito para aquellos que disfrutan de la historia de la literatura. Al caminar por sus calles principales y las más escondidas, el viandante encontrará pedazos de la literatura española, pero deberá ser capaz de diferenciar entre la leyenda y la realidad con un mapa en mano.
El Barrio de las Letras se encuentra delimitado por un triángulo imaginario y un tanto irregular que abarca el Paseo del Prado, donde se encuentra el imprescindible museo madrileño; la Carrera de San Jerónimo, que en el siglo XVI terminaba en el monasterio de San Jerónimo el Real y que hoy cruza el centro de la ciudad; y la calle de Atocha, donde se situaba la imprenta de Juan de la Cuesta, de la que salió la obra maestra de la literatura española, El Quijote, y donde actualmente se encuentra la Sociedad Cervantina. En la estación de tren homónima, punto de llegada de visitantes y escenario de varias novelas, entre ellas muchas de Benito Pérez Galdós (1843-1920), nace la calle de Atocha. Este escritor fue un gran conocedor de estas calles y las plasmó como nadie en sus obras. Paseaba por ellas para acudir al Ateneo, que entonces se encontraba en la calle Montera. En la Plaza de Pontejos situó la casa de Jacinta y en la Cava de San Miguel, la de Fortunata. Ambas están próximas a la Plaza Mayor , cada vez más literaria, pues alberga una feria del libro cada otoño.
Vecinos ilustres: los escritores del Barrio de las Letras
El Barrio de las Letras de Madrid es conocido por haber sido el lugar donde vivieron muchos escritores del Siglo de Oro. En la pequeña plaza donde los leones de piedra de las Cortes vigilan, se encuentra la primera estatua erigida en la capital a Miguel de Cervantes . La placita de las Cortes podría parecer un espacio anodino si no fuera por la presencia del inmortal escritor fundido en Roma por el escultor Antonio Sala en 1834. La estatua es tan sencilla que el periodista del siglo XIX Mariano de Cavia la calificó de pisapapeles. Pero la obra guardaba una sorpresa: en 2009 se descubrió debajo de ella una caja que contenía 41 documentos, entre ellos cuatro tomos de El Quijote, litografías y monedas.
En la cercana Plaza de Cánovas del Castillo , llamada de Neptuno, arranca la calle Cervantes, donde el escritor vivió en 1615, un año antes de su fallecimiento. Una placa colocada en la fachada atestigua su presencia. Desde allí, saldría para ser enterrado en el Convento de las Trinitarias , que hace escasos años acaparó telediarios por la búsqueda de los restos de Cervantes. Tras varios fracasos, hoy se ha dado por bueno el hallazgo que atestigua una placa en el interior del convento que reza: «Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)» y que incluye versos de su obra Los trabajos de Persiles y Segismunda, aunque con una errata, pues lo correcto es «Sigismunda».
En el número 11 de la calle Cervantes vivió y murió Lope de Vega , su adversario literario. Su casa alberga un museo imprescindible que ofrece interesantes curiosidades sobre el escritor y su época.
La calle Francisco de Quevedo, la primera que se encuentra a la izquierda, fue el hogar de dos grandes escritores del Siglo de Oro: Francisco de Quevedo y Luis de Góngora , cuyas casas están marcadas con placas. Además, otra inscripción en el suelo recuerda que el dramaturgo y político José Echegaray nació en esta misma calle en 1832.
La calle de las Huertas es la vía más popular del Barrio de las Letras, con sus adoquines decorados con citas literarias. Si se camina por ella, se llega a la coqueta y estrecha Plaza del Ángel, que cuenta con un pequeño vivero arbolado situado en la esquina, sobre el antiguo cementerio del Convento de San Sebastián, creando un ambiente mágico en el corazón del barrio.
El Barrio de las Letras de Madrid tiene muchas historias curiosas, como la que se cuenta del escritor José Cadalso , quien desenterró a su amante, la actriz María García Ibáñez , impulsado por la pasión, en el templo de San Sebastián. Este templo se accede desde la calle de Atocha por una puerta que también revela otros nombres conocidos de la literatura, como Lope de Vega y Espronceda, que están enterrados allí, o Moratín, Benavente y Tirso de Molina , que fueron bautizados en ese mismo lugar. También Larra y Bécquer celebraron sus bodas allí. La Plaza del Ángel , por su parte, tiene placas con otras curiosidades, como el lugar de La Fonda de San Sebastián donde Moratín y Cadalso escribían sus obras.
La calle Espoz y Mina parte de la Plaza del Ángel y desemboca en la calle Álvarez Gato, que rememora los espejos deformantes que aparecen en la obra Luces de Bohemia de Valle-Inclán. En esta zona estuvo el famoso Corral de la Cruz, que fue uno de los más importantes escenarios teatrales del Siglo de Oro.
No podemos dejar de visitar la bulliciosa Plaza de Santa Ana, cercana al Barrio de las Letras y muy popular entre los amantes del teatro y las cervecerías. Santa Teresa de Jesús intentó abrir allí un convento de Carmelitas Descalzas, pero su salud se lo impidió, siendo finalmente San Juan de la Cruz quien lo fundara en 1586. Sin embargo, el convento fue demolido en 1810 por orden de José Bonaparte. En 1880 se erigió en la plaza la estatua de Calderón de la Barca, con su traje talar y una pluma en la mano. Detrás del dramaturgo se construyó en 1916 el Edificio Simeón, que actualmente alberga el Hotel Reina Victoria y unos famosos almacenes.
En 1984, Julio López esculpió la estatua de Federico García Lorca, que sostiene una alondra a punto de volar. Posteriormente, se colocó al poeta mirando hacia el Teatro Español, donde estrenó con éxito La zapatera prodigiosa (1930) y Yerma (1934). Este teatro, un referente cultural de Madrid, fue el Corral del Príncipe en el siglo XVI y, más tarde, se llamó Teatro del Príncipe en el XVII. El teatro vivió grandes momentos gracias a sus actrices, como La Caramba, que puso de moda peinarse con una flor, siendo del agrado de la duquesa de Alba, que se dejó retratar por Goya con una «caramba» en el pelo. Además, Pérez Galdós estrenó en este teatro su Electra, obra que provocó algaradas callejeras por su carácter anticlerical y libertario. Esta obra llegó a influir en la crisis religiosa y monárquica que siguió a la del 98 y que contribuyó a derrocar el gobierno que la gente llamó irónicamente «Ministerio Electra».
En el siglo XIX, los escritores que vivían en el Barrio de las Letras frecuentaban los cafés y participaban en famosas tertulias. En la Carrera de San Jerónimo se encuentra el histórico Lhardy, cuyos salones inspiraron novelas y acuerdos políticos. La Fontana de Oro, en la misma calle, fue otro café literario que dio título a una novela de Galdós, aunque actualmente se ha convertido en un pub. En la cercana Puerta del Sol, donde se encuentra la tienda de Apple, estaba el Café de la Montaña, otro clásico del siglo XIX frecuentado por políticos, bohemios e intelectuales, y donde Valle-Inclán perdió un brazo tras una discusión con el escritor Manuel Bueno.
Hoy en día, el Barrio de las Letras es conocido por sus locales de música en vivo, anticuarios y galerías de arte. Estos establecimientos se han convertido en elementos distintivos, junto con los variados mercadillos que se instalan en las calles: desde el de libros de segunda mano los fines de semana hasta el de las Ranas, que se realiza varias veces al año, decorando de forma especial los escaparates, montando paradas en las calles y llenándolas de conciertos y teatro.
El paseo por el Barrio de las Letras termina en la Plaza de las Letras, ubicada en un extremo del Paseo del Prado, donde se puede visitar el Medialab-Prado (Alameda, 15), un espacio innovador dedicado a la cultura y el arte digital que promueve la colaboración y la creatividad en el mundo digital.