El general Francisco Franco Bahamonde llegó al poder en 1939, tras concluir victorioso una guerra civil que había bañado en sangre al país durante tres años. En las cuatro décadas posteriores, y hasta su muerte en 1975, España permaneció en gran parte cerrada al mundo exterior, retrasando el progreso industrial y castigando a quienes lucharon en el lado perdedor del conflicto.
Fue durante esos años cuando se cree que decenas de miles de niños nacidos en familias “indeseables” comenzaron a desaparecer de las manos de sus madres.
Según un artículo de investigación de la BBC publicado por la periodista británica Katya Adler, la práctica pudo haber nacido originalmente de la ideología franquista que promovía la dominación de la derecha «pura» sobre las familias de izquierda «inferiores».
Pero años más tarde, pareció cambiar: los bebés comenzaron a ser arrebatados de padres considerados moralmente, o económicamente, deficientes.
Entonces también se convirtió en un generador de dinero.
A raíz de las solicitudes de familias que no podían tener hijos, una red corrupta de monjas, sacerdotes, médicos y enfermeras hizo todo lo posible para robar bebés, la mayoría de los cuales provenían de familias de bajos ingresos o madres solteras.
Para encubrir el trabajo, a veces se les decía a las familias que buscaban bebés que fingieran un embarazo; otras veces las familias simplemente creían que estaban pasando por un canal de adopción legal, pagando a médicos y monjas por sus servicios.
Esto último fue fácil de hacer, ya que hasta 1987 las adopciones en España se hacían a través de hospitales, que estaban en gran medida bajo la influencia de la Iglesia Católica, señaló la BBC.
¿Cómo era el modus operandi?
Como en cualquier hospital, algunas mujeres no querían quedarse con sus recién nacidos y los ofrecieron en adopción. Otras fueron convencidas por el personal de la clínica para que dieran a sus hijos en adopción.
Las mujeres no recibieron ningún apoyo económico a cambio de entregar a sus recién nacidos y, en muchos casos, las enfermeras y los médicos falsificaron documentos para hacer pasar a los padres adoptivos como si fuesen los biológicos.
Peor aún, algunas mujeres dieron a luz queriendo quedarse con sus hijos y, después del hecho, les dijeron falsamente que sus bebés habían muerto.
Según la BBC, a las madres se les negó el acceso al cuerpo de sus hijos «fallecidos», y algunas dijeron que les mostraron el cadáver de un recién nacido que nunca les entregaron. Médicos y enfermeras, les decían a menudo a estas madres, que el cadáver le pertenecía a la clinica y que ellos se encargarían del entierro.
Este tráfico de humanos continuó hasta los años 90.
Desde que comenzaron las investigaciones policiales en 2011, un puñado de ex trabajadores de la clínica se han presentado como testigos oculares.
Confirmaron que a las madres se les administraba una cierta dosis de anestesia para que estuvieran en un estado de confusión durante el parto y, por lo tanto, se les pudiera engañar más fácilmente para que creyeran que el bebé había muerto.
Las tumbas que supuestamente contienen los restos de estos bebés se han abierto desde que comenzaron las investigaciones, pero solo han encontrado los huesos de adultos o animales, y otras veces solo una pila de piedras.
Aunque estas prácticas ilegales afectaron a madres de toda España, algunos casos surgieron más que otros, como el de un médico llamado Eduardo Vela y una monja, la hermana María Gómez, que trabajaban en la clínica San Ramón de Madrid.
Qué desató el comienzo de las investigaciones
En 2011, un moribundo en Cataluña le dijo a su “hijo”, Juan Luis Moreno, que él y uno de sus amigos cercanos, Antonio Barroso, habían sido comprados cuando eran niños.
Como relata Moreno:
Te compré a un cura en Zaragoza.
Y aseguró que también habían comprado a Antonio.
Los amigos de la infancia luego consultaron a un abogado de adopción, quien dijo que no era raro encontrarse con casos como el de ellos todo el tiempo.
De acuerdo a lo informado por CNN en 2012, el padre adoptivo de Moreno también le dijo que las vacaciones de verano que las familias de Moreno y Barroso tomaban regularmente en Zaragoza no eran solo para pasar las vacaciones, sino para visitar a una monja y pagar una cuota de la tarifa de adopción ilegal.
Los dos hombres afectados rastrearon y confrontaron a la monja, quien inicialmente afirmó no saber a qué se referían.
Cuando Moreno y Barroso llevaron su historia a los medios, cientos de otros adultos a quienes les habían dicho que eran adoptados o que siempre habían sospechado que podrían no ser los hijos biológicos de sus padres, comenzaron a indagar en su propio pasado.
Pero fue difícil encontrar la verdad: muchos nacimientos nunca se registraron, los documentos se falsificaron y, nuevamente, algunas familias realmente creían que estaban adoptando un bebé legalmente.
Los resultados de las investigaciones
Hasta la fecha, se han llevado a los tribunales más de mil casos, con poca resolución.
La monja María Gómez, uno de los nombres más mencionados entre las víctimas que se han presentado, compareció ante un tribunal español en abril de 2012, acusada de arrebatar y vender a un niño en 1982.
La religiosa se negó a testificar y un día después emitió un comunicado en el que calificó dichas acusaciones de “repugnantes”, manifestando que nunca había oído hablar de “un solo caso de un recién nacido que fuera arrebatado de una madre mediante coerción o amenazas”, señaló CNN.
Gómez murió un año después, llevándose consigo sus secretos.
Cuando un reportero de la BBC confrontó al Dr. Vela —otro nombre que aparece regularmente en los casos de bebés robados— durante una cita médica, el médico respondió:
Siempre he actuado en nombre de Dios. Siempre por el bien de los niños y para proteger a las madres. Suficiente.
El polémico Dr. Vela, el único médico juzgado en España por el caso de bebés robados, falleció en octubre de 2019, exactamente un año después de ser absuelto a pesar de probarse su participación en la venta de niños (delitos prescritos).
Las asociaciones de víctimas, algunas promovidas por Moreno y Barroso, han intentado cotejar el ADN de adultos que sospechan que fueron robados al nacer y el de madres que nunca creyeron que sus hijos habían muerto, pero han tenido problemas ya que las leyes de protección de datos impiden que los bancos de ADN compartir o hacer referencias cruzadas de datos.
Así entonces, estos grupos han solicitado al gobierno que cree un banco de ADN centralizado para facilitar que las víctimas encuentren a sus seres queridos.
El gobierno español aún no ha abordado su solicitud de un banco de ADN, y aunque un fiscal ha investigado el caso y ha hecho comparecer a algunos sospechosos para que testifiquen, nadie ha sido condenado por ningún delito.
Han transcurrido más de 60 años desde que algunos de estos bebés fueron arrebatados a sus madres, lo que significa que muchas de las víctimas, padres e hijos, ya no están con vida.
Pero vivir con tantas preguntas sin respuesta sobre quién eres y quién podrías haber sido es aún peor.