Si ver una foto de una araña te provoca un escalofrío en la columna, no estás solo. La aracnofobia (o miedo a las arañas) es una de las fobias más comunes, y la sociedad occidental parece tener una aversión colectiva a muchas cosas que considera horripilantes: desde insectos como cucarachas y peces plateados hasta miriápodos como ciempiés y milpiés.
Si bien algunos de estos personajes invertebrados pueden envenenarnos o propagar enfermedades, generalmente puedes eliminarlos con un golpe o un pisotón bien colocado. Entonces, ¿por qué suelen provocar tanto terror?
LA SUPERVIVENCIA DE LOS ANSIOSOS
Una teoría de la psicología evolutiva sostiene que nuestros ansiosos antepasados tenían más posibilidades de sobrevivir que otras intrépidas especies. Es decir, alguien que mete la cabeza en un nido de abejas mientras busca miel, por ejemplo, podría no vivir para contarlo, o no producir descendencia para heredar su imprudente audacia. Aquellos que se acercan con cautela, por otro lado, pueden salir ilesos y procrear con otras personas cautelosas.
Así entonces, durante millones de años, los humanos pudimos haber desarrollado una predisposición a la ansiedad hacia las abejas, las arañas y otros bichos amenazantes a los que conocemos como insectos.
Asi lo explicó a Mental Floss el Dr. Jeffrey Lockwood, entomólogo y autor de ‘La mente infestada : por qué los humanos temen, detestan y aman a los insectos’:
Por supuesto, no existe el gen del miedo a las abejas. Pero hay evidencia de que somos particularmente propensos a asociar ciertos estímulos con el peligro en forma de ‘aprendizaje preparado’, no muy diferente a cómo aprendemos el lenguaje fácilmente.
Lo que les falta tamaño a los insectos lo compensan con otras cualidades que, como dice Lockwood, “presionan muchos de nuestros botones de miedo y disgusto”. Su pequeño tamaño les permite infiltrarse en nuestros cuerpos y espacios de vida, y son capaces de evitar nuestros golpes y pisadas con un rápido y errático deslizamiento (o vuelo). Y aunque muchos no pueden envenenarnos como para causarnos la muerte (por ejemplo, se sabe que menos de 30 de las más de 43.000 especies de arañas matan a los humanos), algunas, como las cucarachas, suponen otros peligros.
Según informa la Organización Mundial de la Salud, las cucarachas pueden propagar gérmenes que causan enfermedades, dado que se alimentan de heces humanas y alimentos humanos. Además, llevan los huevos de gusanos parásitos y pueden provocar reacciones alérgicas como dermatitis, picazón, hinchazón de los párpados y serias afecciones respiratorias.
Y cuando hablamos de lesiones, alergias o enfermedades, un sentido innato de “más vale prevenir que curar” podría ayudar a explicar por qué algunos de nosotros saltamos cuando vemos cualquier movimiento leve que podría significar un peligro.
MIEDOS DE TODO TIPO
No obstante, existe una diferencia entre simplemente pensar que los insectos son asquerosos y realmente temerles. Según señala la Dra. Jenny Yip, psicóloga licenciada y fundadora del Renewed Freedom Center de Los Ángeles:
Se puede saber si alguien tiene fobia a los insectos si busca insectos, se asusta con los insectos o los evita a toda costa.
Si revisas minuciosamente los rincones y grietas cada vez que ingresas a una habitación para asegurarte de no ver a un intruso de muchas patas, es posible que tengas entomofobia (miedo a los insectos). En ocasiones, el salto de “Me asustan los insectos” a “Tengo miedo de los insectos” ocurre porque tuvo una mala experiencia en el pasado, o aprendió, mediante la enseñanza directa o simplemente mediante la observación, a temerles. Según el Dr. Lockwood:
Quizás tu abuela sufrió una picadura grave y le enseñó a tu madre que las abejas son criaturas terribles capaces de ocasionar la muerte. A menos que tu madre tuviera alguna buena evidencia o experiencia para anular este mensaje de sus padres, seguramente se convirtió en una adulta temerosa. Y cuando te tuviera a ti, parecería muy probable que transmitiera este terrible mensaje … y así sucesivamente.
Lockwood añade que las franquicias de medios y entretenimiento también transmiten mensajes temerosos sobre los insectos. Aparte de las mariposas, las mariquitas y algunas otras que consideramos inofensivas, fascinantes, útiles y/o hermosas, la mayoría de los bichos tienen mala reputación en la pantalla. Entre programas como Fear Factor Moments, películas de los años noventa como Arachnophobia y todos esos anuncios innovadores para el control de plagas, nuestra repulsión se refuerza continuamente.
Estas representaciones reflejan un cambio social occidental de comunidades rurales anteriores que podían diferenciar entre insectos peligrosos y beneficiosos, e incluso valorados algunos como fuentes de alimento. Contrario a lo que ocurre con las comunidades urbanas actuales que están obsesionadas con la limpieza.
En la opinión de Lockwood:
Las enfermedades, incluidas las transmitidas por insectos, se cobraron un gran precio en las sociedades occidentales durante siglos. Por lo tanto, generalizamos que cualquier insecto es sucio, y al vivir en ciudades, no hay muchas desventajas en hacer determinaciones de ‘falso positivo’ de este tipo.
ENFRENTANDO TUS MIEDOS
Pero evitar a toda costa a los insectos no es una forma efectiva de lidiar con la entomofobia. De hecho, podría terminar expandiéndola accidentalmente. Con el tiempo, el miedo a las arañas, por ejemplo, puede generalizarse a otros insectos, como los insectos voladores. Por el contrario, los expertos recomiendan la terapia de exposición, en la que te encuentras con el insecto de una manera muy directa y te esfuerzas por enfrentarlo “cara a cara”.
La idea es empezar mirando imágenes de insectos, vídeos de insectos, ir a lugares donde podrían estar los insectos, interactuar con un insecto de juguete y, finalmente, interactuar con el insecto real.
Si deseas deshacerte de tu fobia a los insectos, un psicólogo clínico puede ayudarte a establecer una progresión similar. Y si exactamente no le temes a los insectos, pero aun así te gustaría prescindir de tus malos sentimientos hacia ellos, siempre puedes elegir una película positiva sobre insectos para tu próxima noche de cine, pro ejemplo, Bichos: Una aventura en miniatura (1998), James y el melocotón gigante (1996) o una más moderna como La abeja Maya (2014).