Algo tan sencillo y cotidiano como girar un grifo y colocar debajo un vaso para calmar la sed, es en realidad un acto indispensable para la vida humana. Pero por desgracia, en varios países no tan “afortunados”, beber agua sigue suponiendo todo un lujo.
En España, además de disponer de agua para calmar la sed, también contamos con este líquido para ducharnos, lavarnos los dientes y evacuar los desechos que dejamos en el váter. Sin embargo, según la organización internacional World Water Council, en el mundo hay cerca de 1.100 millones de personas que no pueden acceder de forma tan rápida y cómoda al agua potable. Así entonces, podemos decir que somo unos privilegiados y, a su vez, hacer todos los esfuerzos posibles para evitar su desperdicio de manera irracional.
LA PRIMERA SEÑAL DE DESHIDRATACIÓN ES LA SED, QUE ES LO QUE SENTIMOS CUANDO EL CUERPO ALCANZA A PERDER ALREDEDOR DEL 2% DE NUESTRO PESO CORPORAL.
Además de recorrer las cañerías de las ciudades hasta llegar a los grifos de nuestra casa, el agua también se encuentra en una considerable cantidad en nuestro organismo. Tanto así, que el cuerpo humano está compuesto entre un 60 y 70% de agua.
Este líquido sin olor, sabor y color ingresa, transita y sale de nuestro cuerpo en grandes cantidades, siendo evacuado por medio de la orina, el sudor, las heces e incluso a través del aliento, lo que hace que necesitemos consumirlo con frecuencia cada día.
SIN UNA GOTA DE AGUA
¿Cuánto tiempo podemos sobrevivir sin beber ni una sola gota de agua? La respuesta puede sorprendernos a muchos, dado que en promedio solo alcanzaríamos a resistir entre 3 y 5 días. Cabe mencionar que no solo absorbemos agua al beberla, también lo hacemos al ingerir alimentos, especialmente cuando comemos frutas y verduras.
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Otra cuestión que surge es ¿Qué le sucede a nuestro cuerpo si dejamos de beber agua? Obviamente, entraríamos en un proceso progresivo de deshidratación que puede llevarnos hasta la muerte. Según explica un artículo de la BBC, la sed es el primer síntoma, que comienza a sentirse cuando el cuerpo ha perdido alrededor del 20% del peso corporal.
Como señala el profesor de cirugía gastrointestinal Dileep Lobo, al medio británico:
Cuando aparece la sed, el cuerpo se aferra a la humedad del organismo restante. Tus riñones comienzan a enviar menor cantidad de agua a la vejiga, de ahí que la orina se vuelva más oscura. Como tampoco sudas para reservar litros, tu temperatura corporal aumenta, lo que hace que tu sangre se vuelva más espesa y circule de forma más lenta por tus venas. Para mantener el equilibrio de los niveles de oxígeno, tu frecuencia cardíaca aumenta.
El tiempo que toma la deshidratación varía de acuerdo a las condiciones interiores y exteriores. Si nos exponemos a una alta temperatura, sin agua, y por si fuera poco nos sometemos a una intensa actividad física, deshidratarnos letalmente solo puede tomar algunos minutos. Al respecto, esto dijo el profesor:
Los seres humanos tenemos un límite de tolerancia al calor, más allá del cual sufrimos estrés por calor e incluso podemos llegar a morir.
Si nos ejercitamos en un ambiente caluroso, el organismo puede llegar a perder entre 1,5 y 3 litros cada hora a través de la sudoración. Las consecuencias en el cuerpo pueden hacerse muy evidentes, sintiéndonos más cansados y menos capaces de reaccionar físicamente.
Y entre más y más perdemos líquido, se va reduciendo nuestra capacidad de enfriarnos por medio del sudor, por lo que se eleva el riesgo de sufrir un sobrecalentamiento general.
Cuando eliminamos más cantidad de agua de la que recibimos, nuestra sangre se va haciendo más espesa y comienza a afectarse nuestro sistema cardiovascular, que debe hacer un sobreesfuerzo para poder mantener la presión sanguínea. Por otra parte, los riñones buscan compensar esa carencia reteniendo líquido y disminuyendo la cantidad de orina. Al alcanzar una pérdida cerca del 4% de nuestro peso corporal, disminuye la presión arterial y pueden presentarse desmayos.
El próximo nivel es el daño de órganos, que ocurre cuando alcanzamos a perder hasta un 7% de nuestro peso corporal. Entonces al cuerpo se le dificulta mantener la presión arterial, por lo que comienza a ralentizar el flujo sanguíneo a órganos no vitales, como el intestino o los riñones, provocando serios daños a estos. Y cuando los riñones dejan de filtrar sangre, se empiezan a acumular desechos celulares.
Aquí es cuando de forma literal “te mueres por un vaso de agua”.
Por ello, hidratarse adecuadamente es vital para nuestro cuerpo, especialmente cuando lo sometemos a fuerte actividad física. No hacerlo implica correr el riesgo de sufrir una deshidratación y padecer el proceso largo y doloroso que hemos descrito.