El diablo negro: el «monstruoso» pez que que no es tan aterrador como parece

Este peculiar pez debe su asombroso aspecto a una serie de adaptaciones evolutivas que le han permitido sobrevivir en la zona abisal, un entorno hostil, frío y carente de luz.

Todo aquello que desconocemos suele despertar en nosotros una combinación de curiosidad y temor, incluso cuando no existe ninguna razón real para inquietarnos. Esto es exactamente lo que ha ocurrido con el reciente hallazgo de un ejemplar de diablo negro en aguas superficiales cerca de la costa de Tenerife, una aparición inesperada que ha generado revuelo.





El misterio que envuelve a esta especie se debe a que habita en las profundidades oceánicas, lo que la convierte en una criatura difícil de avistar. Su singular apariencia, resultado de su adaptación a la oscuridad absoluta, puede resultar impactante a primera vista. Sin embargo, este descubrimiento ha servido para que muchos comprendan que el diablo negro no es tan aterrador ni peligroso como se pensaba.

El debate sobre su tamaño

Un ejemplar de diablo negro, también conocido como rape abisal (Melanocetus johnsonii), fue encontrado con vida en aguas de las Islas Canarias por el equipo de la ONG Condrik-Tenerife. En esta expedición participaron los biólogos marinos Laia Valor, Antonio Sabuco, Marc Martín y el fotógrafo especializado en fauna marina David Jara, quienes compartieron detalles de su hallazgo con National Geographic España.

Poco tiempo después de su avistamiento, el pez falleció y fue trasladado al Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) de Santa Cruz de Tenerife para su estudio. A pesar de su muerte, esta situación ha brindado una valiosa oportunidad para profundizar en el conocimiento de esta enigmática especie.

Las imágenes publicadas tras su captura han sorprendido a muchos, ya que muestran a un pez que apenas mide unos centímetros y cabe en la palma de una mano, lo que contrasta con su apariencia intimidante.

El debate sobre su tamaño
Desde el Museo de Naturaleza y Arqueología de Tenerife aclararon sus dimensiones para desmentir la idea errónea de que era un ejemplar de gran tamaño.

A diferencia de lo que algunos podrían haber imaginado, el Melanocetus johnsonii no alcanza tamaños descomunales, como sí se mostró en la película de Pixar «Buscando a Nemo» (2003), donde aparecía en proporción al reducido tamaño de los personajes Marlin y Dory.

En términos generales, los rapes de la zona abisal alcanzan un promedio de 15 centímetros de longitud, y las hembras son significativamente más grandes que los machos. De hecho, además de su diferencia de tamaño, tienen roles completamente distintos: los machos se adhieren al cuerpo de las hembras como parásitos y dependen de ellas para su nutrición a cambio de generar esperma.

Adaptaciones a la vida en la zona abisal

El diablo negro se desenvuelve a profundidades que oscilan entre los 2.000 y 4.000 metros, en una de las regiones más inaccesibles del océano, donde la luz solar no penetra. Debido a estas condiciones extremas, su fisiología ha evolucionado para maximizar sus posibilidades de supervivencia.

Sus ojos son diminutos, ya que apenas los necesita para orientarse; su piel hidrodinámica le permite desplazarse con gran agilidad; sus mandíbulas abiertas y provistas de afilados colmillos le facilitan atrapar cualquier presa que descienda desde capas superiores del océano; y su distintivo señuelo bioluminiscente en forma de antena le ayuda a atraer a sus víctimas.

A pesar de su condición de depredador, este pez no representa ningún peligro para los humanos. Además, la posibilidad de cruzarse con un ejemplar es extremadamente baja. Aunque es capaz de nadar rápidamente, su estrategia de caza se basa en mantenerse inmóvil, dejando que la luz de su señuelo atraiga a sus presas antes de emboscarlas. Asimismo, su habilidad para permanecer completamente quieto le permite pasar desapercibido ante posibles depredadores, simulando estar muerto en las profundidades del océano.

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