Si te has dado cuenta, aquellas personas que en su juventud eran adeptas a dormir hasta tarde, tienden a madrugar más conforme envejecen. Y no, no es que de repente les resulte más placentero, sino que simplemente no requieren tantas horas de sueño. Así que, sí, es cierto que los mayores suelen dormir menos, pero ¿a qué se debe?
Hay diversas variables que pueden influir. Algunas personas mayores cambian sus horarios, acostándose más temprano y, por ende, levantándose también antes. Tal vez su nivel de actividad diaria no es el mismo que cuando eran más jóvenes, o quizás tienen rutinas que disfrutan de una forma diferente. Sin embargo, existen dos razones más universales que explican el menor tiempo de sueño en la vejez.
La primera de ellas tiene que ver con el funcionamiento del cerebro, y la segunda está ligada a los ojos. Ambos factores están estrechamente relacionados con los ritmos circadianos. Para entender estos factores, es importante que aclaremos qué son exactamente los ritmos circadianos.
¿En qué consisten los ritmos circadianos?
Los ritmos circadianos son básicamente los ciclos que regulan numerosas funciones fisiológicas de nuestro cuerpo en un período de 24 horas. Principalmente, este ciclo se refiere a nuestras necesidades de sueño : nos levantamos por la mañana, realizamos nuestras actividades durante el día y, cuando cae la noche, nos retiramos a descansar. Este es el patrón que seguimos día tras día.
Ahora bien, ¿qué otro elemento experimenta cambios cíclicos a lo largo del día? Exacto, la luz ambiental. Aunque varíe según la estación o la ubicación geográfica, la luz también sigue un ciclo de 24 horas. Es esta la señal que nuestro cerebro utiliza como referencia para determinar cuándo es hora de despertar o de dormir.
La luz pasa por nuestra retina y llega hasta una zona específica del cerebro llamada núcleo supraquiasmático . Esta región es la encargada de regular nuestros ritmos circadianos. En lo que respecta al sueño, el principal regulador es la liberación de melatonina. Esta hormona se produce en condiciones de oscuridad durante la noche y se reduce con la presencia de luz durante el día. Así que cuando los niveles de melatonina son altos, dormimos; y cuando bajan, nos mantenemos despiertos.
Claro, tanto los ritmos circadianos en general como el sueño en específico están influenciados por otros múltiples factores. Pero con lo dicho hasta aquí, ya podemos entender la razón por la que los adultos mayores tienden a dormir menos.
El desgaste visual con la edad
Con el paso de los años, nuestra visión tiende a deteriorarse. Muchos adultos mayores enfrentan la formación de cataratas, una condición que provoca una opacidad en el cristalino, la lente encargada de dirigir la luz hacia la retina. Cuando se forma este velo opaco, la luz no llega de forma adecuada, lo que afecta la capacidad del cerebro para distinguir entre el día y la noche.
Esta situación afecta el patrón de sueño de las personas mayores. Los niveles de melatonina durante la noche suelen ser más bajos debido a que la diferencia de luminosidad entre el día y la noche no es tan marcada. Esto no sólo afecta a quienes tienen cataratas, sino también a aquellos cuya visión ha disminuido con el tiempo.
Otro motivo por el cual los mayores duermen menos tiempo
Incluso cuando una persona goza de buena salud mental, el cerebro tiende a ser menos receptivo a ciertos estímulos a medida que envejece. Entre estos estímulos se encuentran los procesados en el núcleo supraquiasmático.
Como resultado, los adultos mayores suelen tener patrones de sueño diferentes. Se fatigan más rápidamente durante el día y tienden a despertarse más temprano por la mañana. Las diferencias entre el día y la noche no son tan pronunciadas, y los ciclos de cansancio también varían.
Es importante destacar que estos cambios no son necesariamente negativos. De la misma manera que aceptamos la aparición de canas y arrugas como parte del proceso de envejecimiento , también deberíamos esperar alteraciones en nuestros patrones de sueño. Ojalá ese fuera el mayor desafío de la vejez. Desafortunadamente, hay problemas más graves. Dejemos que la ciencia continúe trabajando en soluciones para estos, sin obsesionarnos con aspectos como el sueño, que al final del día, son detalles menores siempre y cuando nos sintamos descansados.