Las consecuencias del calentamiento global siguen delineando un futuro inquietante para Europa, especialmente en la zona mediterránea. Un reciente estudio publicado en Nature Medicine por el Laboratorio de Modelización de Medio Ambiente y Salud de la London School of Hygiene & Tropical Medicine advierte sobre el incremento significativo de muertes vinculadas a temperaturas extremas hacia finales de este siglo.
En este escenario, España se perfila como uno de los países más expuestos al riesgo, destacándose Barcelona como la urbe con mayor vulnerabilidad, con una estimación de 246.082 fallecimientos adicionales debidos al calor extremo.
Este estudio analizó 854 ciudades europeas para evaluar el impacto del cambio climático en la mortalidad tanto por calor como por frío. Aunque el calentamiento global reducirá las muertes relacionadas con el frío extremo, esta disminución no será suficiente para compensar el drástico aumento de fallecimientos por calor.
Las conclusiones del informe indican que el sur de Europa será la región más golpeada, con España, Italia y Grecia liderando las cifras de mortalidad.
Un Mediterráneo en riesgo: la disparidad entre el norte y el sur
Mientras que en naciones del norte de Europa, como Finlandia, se espera una leve reducción en la mortalidad por frío (31 muertes menos por cada 100.000 habitantes entre 2095 y 2099), en España la situación es inversa: 125 muertes adicionales por calor por cada 100.000 habitantes en el mismo periodo. Esta diferencia pone en evidencia la fragilidad de las regiones mediterráneas, donde factores como el aumento de temperaturas, el envejecimiento demográfico y la urbanización acelerada agravan los efectos del calor extremo.
Entre las ciudades europeas, una sobresale de manera alarmante: Barcelona. La capital catalana encabeza la lista con un aumento proyectado de 246.082 fallecimientos, superando con creces a la segunda ciudad más afectada, Roma, con 147.738 muertes adicionales. Madrid ocupa el cuarto lugar con 129.716 decesos proyectados, mientras que Valencia se posiciona en el séptimo puesto con 67.519 fallecimientos adicionales.
El investigador Pierre Masselot, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine y autor principal del estudio, explicó a SINC que:
Los elevados valores observados en España se deben a su condición de país mediterráneo, ya de por sí caluroso, pero que además se está calentando a un ritmo superior al de la mayoría de las regiones del planeta.
Por su parte, David García-León, también participante del estudio, sugirió posibles causas para la diferencia entre Barcelona y Madrid:
El clima de Madrid es más extremo tanto en verano como en invierno, pero sus tasas estandarizadas de mortalidad son relativamente bajas en comparación con Barcelona (…) Si descartamos factores urbanos como el acceso a zonas verdes, podría deberse a diferencias socioeconómicas o en la calidad de la asistencia sanitaria, aunque es solo una hipótesis.
Ciudades con mayor proyección de muertes por calor en este siglo
- Barcelona: 246.082
- Roma: 147.738
- Nápoles: 147.248
- Madrid: 129.716
- Milán: 110.131
- Atenas: 87.523
- Valencia: 67.519
- Marsella: 51.306
- Bucarest: 47.468
- Génova: 36.338
¿Podemos prevenir esta crisis?
Los investigadores subrayan que, aunque las proyecciones sean inquietantes, todavía hay margen para evitar muchas de estas muertes. Masselot enfatiza que la solución radica en una estrategia combinada de dos enfoques: reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y desarrollar medidas de adaptación a nivel local y regional.
Entre las estrategias propuestas destacan la mejora de los sistemas de climatización para poblaciones vulnerables, la creación de refugios climáticos y un replanteamiento del diseño urbano. Este último punto implica la disminución de superficies de asfalto y hormigón en las ciudades, elementos responsables del efecto “isla de calor urbana”, y el aumento de espacios verdes para amortiguar los impactos del calor extremo.
Un porvenir incierto, pero no irreversible
Aunque las predicciones del estudio sean desalentadoras, no son inevitables. El informe deja claro que con políticas sostenidas y ambiciosas, tanto a escala global como local, es posible mitigar el impacto del cambio climático en la mortalidad por calor. Sin embargo, como advierte el equipo de investigadores, el tiempo para actuar es limitado.
La región mediterránea, en particular, debe moverse con urgencia para evitar un futuro en el que las olas de calor sean una amenaza letal cotidiana. Transformar las ciudades, proteger a las comunidades más expuestas y reducir las emisiones de manera drástica no son simples recomendaciones; son acciones imprescindibles.